Cultura Tradicional Europea

Analizo los incontables símbolos, imágenes y creencias sobre la generación, el sexo, la seducción y el matrimonio que empleó la cultura tradicional europea, en gran parte heredados de Grecia, Roma e Israel. También me intereso por la utilización de esos símbolos en la construcción del género. Destaco la importancia de cuentos, leyendas, mitos, creencias y personajes míticos, como la sirena, el centauro, el hombre lobo, las melusinas y el híbrido misógino, en la configuración de los modelos de mujer y de hombre.

Pretendo averiguar qué función cumplen los cuentos y descifrar el significado simbólico de los múltiples motivos que los componen. Ambos objetivos se iluminan mutuamente. Para aclarar su función, los sitúo en el contexto de la sociedad que los creó y mantuvo…

Este bestiario es, sin duda, el mayor catálogo de símbolos y creencias europeos basados en los animales. Pero no se trata de una mera recopilación. Se ha puesto empeño en aclarar su origen, su función y su significado. Mi interés por las creencias y los símbolos del reino animal se ha ido extendiendo en el espacio y en el tiempo. Empecé por la cultura popular gallega actual, pero pronto comprendí que Galicia forma parte de la cultura tradicional europea. Luego descubrí las raíces medievales de gran parte de esa cultura. Así llegué a los bestiarios y al arte medieval y, después, a los autores antiguos en que estaban basados.

Nadie hasta ahora había conseguido averiguar los criterios seguidos por los médicos hipocráticos para elegir los fármacos. Empleaban plantas, carnes y minerales calientes, fríos, secos o húmedos, según los casos. La clave está en saber qué principios seguían para atribuirles esas cualidades. Se basaron en varias características, de eficacia gradual: color, olor, sabor, efectos y signos formales.

En el estudio de la astrología se completa el sistema de los cuatro elementos. Los astros están compuestos por los mismos cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego, que las piedras, las plantas, los animales y el ser humano. Y hay, según sus características, unos astros calientes, otros fríos, otros secos y otros húmedos. Con sus cualidades influyen en las personas provocando desequilibrios en los humores y las enfermedades correspondientes. Y al influir en la composición humoral de las personas, determinan su carácter

La medicina humoral se basa en la doctrina de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Los elementos tienen asociadas cuatro calidades: caliente, frío, seco y húmedo. La tierra es fría y seca, el agua fría y húmeda, el aire caliente y húmedo y el fuego caliente y seco. Pero al referirse al cuerpo humano los médicos hipocráticos, más que de los cuatro elementos, hablan de los cuatro humores: melancolía, flegma, sangre y bilis.

Este libro está emparentado con el estudio sobre la medicina popular. Pero ofrece mucho más. Ayuda a entender qué simboliza una peregrinación; por qué los santuarios se erigen en los montes, en las cuevas o cerca del mar; por qué los muertos peregrinan en forma animal; qué significan las conchas de los romeros; por qué las mujeres estériles se bañan en el mar… Se comprueba que las romerías católicas, ajenas a la separación artificial entre lo religioso y lo profano, son fiestas totales que responden, como pocas manifestaciones humanas, a la complejidad de la vida.

Los curanderos tradicionales distinguían varios tipos de dolencias. Las más importantes recibían su nombre por el medio de contagio, por el medio que empleaba el sospechoso de brujo para introducir los espíritus maléficos en el cuerpo de la víctima. Si el espíritu maléfico causante de la enfermedad entraba en una comida, provocaba un «mal de bocado»; si entraba durante un contacto personal con el supuesto brujo, se producía un «mal de contacto»; si entraba con su aliento, «mal de aire»;

La mayoría de los curanderos del mundo rural europeo practicaban una medicina brujeril-religiosa: atribuían la enfermedad al diablo y las brujas y la curación al poder divino. En este sistema todo rito curativo era una forma de exorcismo. No usaban medicinas en el sentido moderno; usaban defensas simbólicas, de las que existían dos grupos: las de origen religioso, como las cruces, los evangelios, los rosarios y el agua bendita; y las armas naturales, como los cuernos de ciertos animales, los dientes de otros, las espinas de algunas plantas.

Según el sistema de los cuatro elementos, mezclas diversas de tierra, agua, aire y fuego componen el hombre, el mundo, con sus plantas, animales y piedras, y el cielo, con sus planetas y sus signos. Y sobre esa base natural se asientan las artes más importantes: la de convertir cualquier metal en el más sublime; la de devolver la salud al cuerpo enfermo; y la de desvelar los sutiles influjos de los astros en el aspecto, en el carácter y en el comportamiento de la gente. Este sistema se mantuvo vigente durante siglos, convertido en uno de los pilares indiscutibles de la cultura tradicional europea